Español English
La violencia contra la mujer es una de las violaciones de derechos humanos más generalizadas en el mundo. Se estima que el 35% de las mujeres en todo el mundo han sufrido violencia física o sexual, tanto violencia de pareja íntima como violencia fuera de la pareja.
Se asume ampliamente que el número real de sobrevivientes en todo el mundo está subrepresentado, ya que los sentimientos de vergüenza o temor a represalias a menudo conducen a que no se denuncien incidentes. La violencia contra las mujeres puede resultar en enormes costos sociales y económicos, incluyendo pérdidas en años de educación, productividad laboral y compromiso cívico.
En este Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es importante recordar que la violencia puede producir efectos en cadena duraderos más allá de los experimentados por la sobreviviente.
La violencia contra las mujeres en Honduras es generalizada. Honduras tiene tasas alarmantes de feminicidios, violaciones y agresiones sufridas por mujeres, tanto dentro como fuera del hogar. Para comprender mejor el impacto de la violencia en los niños y las niñas en Honduras, el Gobierno de Honduras y sus socios, en colaboración con otros que trabajan para eliminar la violencia contra las mujeres y los niños y las niñas, participaron en la Encuesta de Violencia Contra Niños, Niñas, y Adolescentes en Honduras. El propósito de la encuesta fue recopilar evidencia adicional sobre los efectos de la violencia en niños, niñas y jóvenes. UNICEF ha documentado durante mucho tiempo el impacto de la violencia contra las mujeres en los niños y las niñas en edad escolar, incluidos los desafíos cognitivos y la disminución de la capacidad de lectura.
Sumaya Zuniga es la coordinadora regional de Francisco Morazán para USAID De Lectores a Líderes implementado por EDC en Honduras. Ella comprende de primera mano la necesidad de fortalecer la movilización comunitaria para eliminar la violencia contra las mujeres a fin de ver mayores avances en los resultados del aprendizaje de los niños y las niñas en Honduras.
P: Describa su experiencia profesional o voluntaria trabajando con sobrevivientes de violencia.
Zuniga: Como coordinadora regional de un proyecto educativo, tengo que darme cuenta de que la escuela es uno de los espacios más importantes de socialización. Aquí la dinámica de la "micro violencia" puede transmitirse y perpetuarse sutilmente. Por lo tanto, es necesario ser consciente de cómo ocurre esto para cambiar estas dinámicas. He trabajado en la prevención y el cultivo de conductas que promuevan una cultura de paz dentro de las escuelas a través de un trabajo de recuperación que involucra tanto a los y las estudiantes como a sus madres y padres.
P. ¿Puede describir el contexto de la violencia tanto personal como pública en Honduras y cómo esto afecta a mujeres y niñas?
Zuniga: La violencia contra la mujer por razones de género es impactante para quienes le prestan atención. A pesar de todos los grandes esfuerzos realizados desde la década de 1990 por el Gobierno de Honduras y diversas organizaciones de la sociedad civil, parece que la violencia contra las mujeres está aumentando en lugar de disminuyendo. Esto tiene un impacto emocional devastador en mujeres de todas las edades y estratos sociales.
P: ¿Cuáles son las mayores barreras para la eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas en Honduras?
Zuniga: Las mujeres en Honduras enfrentan múltiples formas de agresión y discriminación de género, en el hogar y en el trabajo. Las niñas, desde una edad escolar temprana, a menudo experimentan las actitudes y comportamientos negativos de docentes y compañeros y compañeras. Así, tanto en espacios públicos como privados, las mujeres enfrentan normas sociales y culturales dañinas que refuerzan la aceptabilidad de la violencia, además de una implementación a menudo ineficaz de leyes y políticas diseñadas para proteger a las mujeres. Como especialista en educación, desde mi punto de vista, la escuela debe ser el punto de partida para mejorar las condiciones de las niñas y mujeres y minimizar las barreras para eliminar la violencia contra las mujeres y niñas en Honduras.
P: ¿Cómo se ha manifestado la violencia contra las mujeres, si es diferente, en el contexto de la pandemia de coronavirus (COVID-19)?
Zuniga: Al 16 de noviembre de 2020, Honduras ha registrado 240 feminicidios en el año, de los cuales 171 han ocurrido desde el toque de queda impuesto por el estado [implementado en marzo debido a la pandemia]. Desde la pandemia, el Observatorio Nacional de Violencia y otros reportan un aumento del 4.1% en la violencia doméstica e intrafamiliar.
P: ¿Qué estrategias o enfoques ha visto que funcionen para abordar el problema de la violencia contra las mujeres en la comunidad y tal vez incluso comenzar a mitigar estos comportamientos?
Zuniga: Primero, tenemos que poder hablar de violencia contra las mujeres, porque sin darnos cuenta, [la violencia] ha erosionado el respeto y la integridad mostrados hacia las mujeres en general. La violencia contra la mujer es parte de nuestra cultura. El machismo nos obliga a mantener la cabeza agachada y esto nos lleva a aceptar la violencia física y psicológica.
En nuestras comunidades, la capacitación y el asesoramiento facilitados por ONGs para hombres y mujeres están funcionando. Los hombres empiezan a ver a las mujeres como iguales y que tenemos los mismos derechos. Normalmente, estas capacitaciones son parte del enfoque más amplio de la cultura de paz para prevenir la violencia en la comunidad, pero también incluyen un enfoque en la prevención de la violencia contra las mujeres.
P: ¿Cuáles son las consecuencias de la violencia contra la mujer en el resultado del aprendizaje de sus hijos e hijas?
Zuniga: Cuando los niños y las niñas son testigos o experimentan violencia en el hogar, pueden reproducir la violencia en otros entornos, en la escuela y entre sus compañeros y compañeras. Hay niños y niñas que son violentos en la escuela, lo que impacta negativamente en su interacción social y su aprendizaje. Hay niños y niñas retraídos, muy tristes y con déficit de atención por la violencia que encuentran en el hogar.
P: ¿Qué papel, si lo hay, cree que juega la educación para mitigar la violencia en el hogar?
Zuniga: La escuela juega un papel fundamental en la mitigación de la violencia que sufren las niñas y los niños como consecuencia de la violencia en sus hogares y comunidades. Las escuelas sirven mejor a la comunidad al hablar sobre los estereotipos negativos y los comportamientos dañinos que afectan a las mujeres y garantizando que las escuelas sean espacios seguros.
La violencia contra la mujer es responsabilidad de todos y todas. Cada alcaldía tiene una unidad de prevención de la violencia donde se pueden presentar denuncias, aunque no está claro qué tan activas son, y la Secretaría de Educación (SEDUC) ahora se ocupa de la prevención de la violencia. Mucho de este trabajo se debe al apoyo de USAID a la SEDUC a través de las actividades de prevención de violencia escolar. Por eso, los y las docentes han sido capacitados para cubrir la prevención de la violencia y la igualdad de derechos en el aula. Y a veces los comités escolares abordan esto, aunque es delicado. Sin embargo, los niños y las niñas pasan seis horas de su día en la escuela, por lo que debemos prestar atención a las señales de advertencia para poder responder.
Los y las docentes pueden ser un modelo a seguir y los niños y las niñas pueden recibir afecto y respeto en un entorno libre de violencia. A menudo, es difícil lograr la colaboración de la comunidad porque la gente no quiere problemas y, por lo tanto, miran hacia otro lado. Pero los y las docentes están trabajando juntos con padres, madres y estudiantes para abordar la violencia y sus efectos en todos o, en algunos casos graves, remitirlos a las autoridades. Trabajando en educación, tenemos que involucrarnos y abordar cualquier comportamiento en la escuela que pueda ser el resultado de comportamientos violentos en el hogar.